En el ámbito de la medición científica, es fundamental conocer la magnitud del error cometido en una medida. Este error se debe a diversos factores, como el instrumento utilizado o el error humano. Para analizar la precisión de una medida, se pueden emplear el error absoluto y el error relativo.
El error absoluto, también conocido como incertidumbre de la medida, se refiere a la diferencia entre el valor medido y el valor real o aceptado. Su cálculo se realiza mediante la resta de ambos valores y se expresa en la misma unidad que la medida. Es importante destacar que no existe una medida perfecta, sino que siempre se comete un cierto grado de error.
Por otro lado, el error relativo se calcula a partir del error absoluto y el valor real o aceptado, dividiendo el primero por el segundo y multiplicando por 100 para expresarlo en porcentaje. Este indicador permite comparar la precisión de dos medidas que se han realizado con diferentes valores de magnitud. Es especialmente útil en las medidas de magnitudes muy pequeñas o muy grandes.
Es importante tener en cuenta que la precisión de una medida depende del tipo de instrumento utilizado y del grado de exactitud requerido por las circunstancias. Por ejemplo, en la medición de la masa de un objeto, se requiere una mayor precisión en situaciones en las que se busca determinar el peso exacto del objeto que en casos en los que se busca una medida aproximada.
En conclusión, los errores en la medición son inevitables, pero su valor puede ser calculado y utilizado para seleccionar el instrumento más adecuado para la tarea, o para determinar la precisión necesaria para cumplir con las expectativas en un experimento científico. Los errores absolutos y relativos son herramientas valiosas para estimar la precisión y la confiabilidad de una medida.