Los polígonos son figuras geométricas planas que están formadas por segmentos de recta unidos dos a dos llamados lados. Estos lados delimitan el polígono y cada uno de ellos se une a otros dos para formar vértices. La suma de los ángulos interiores de un polígono dependerá del número de lados que tenga, según la fórmula: (n-2) x 180°, donde n representa el número de lados.
Existen diversos tipos de polígonos, desde los más simples hasta los más complejos. El más sencillo es el triángulo, que cuenta con tres lados y tres vértices. Le siguen el cuadrilátero, el pentágono, el hexágono, el heptágono, el octógono, el eneágono y el decágono, en orden ascendente según su número de lados. Y hay otros más complejos, como el dodecágono, el icosaedro o el trapecio.
Cada tipo de polígono tiene sus propiedades y características específicas. Por ejemplo, los triángulos se pueden clasificar según sus ángulos en equiláteros, isósceles y escalenos, mientras que los cuadriláteros pueden ser rectángulos, rombos, trapecios, entre otros. Los polígonos también pueden ser convexos o cóncavos, según si todos sus ángulos son menores o iguales a 180° o si tienen al menos un ángulo mayor a 180°.